Elecciones presidenciales en Venezuela, 20 de mayo 2018
"Quien descalifica el resultado electoral, quien no lo entiende, no entiende a Venezuela“
Los primeros resultados preliminares anunciados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) en Venezuela dan al presidente Nicolás Maduro como ganador de las elecciones presidenciales con un 68% de los votos y con una participación electoral entre el 46 y 48%. Maduro recibió 5.823.728 votos. El principal candidato opositor Henri Falcón juntó un 21%, 1.820.552 votos; el opositor evangélico Javier Bertucci 925.042 votos y el candidato de la izquierda opositora trotskista Reinaldo Quijada, recibió 34.614 votos.
Ya solo haber organizado elecciones presidenciales en medio de la situación económica y social desastrosa que se vive y en medio de las amenazas y presiones internacionales es un éxito.
Además, contrastando la propaganda mediática internacional, hay recordar que:
- el proceso electoral es resultado y se llevó acabo como había sido acordado entre el gobierno y la oposición, hace varios meses en la República Dominicana. Un acuerdo negociado el cual – después de presiones y/o promesas de parte de EEUU – la oposición de repente se negó a firmar el día de la firma.
- el sistema electoral venezolano es muy seguro y confiable. El voto electrónico es confirmado con una boleta impresa y los resultados del recuento electrónico pueden ser averiguados mediante el recuento de las boletas impresas. Maduro anunció el domingo por la noche que habrá un recuento manual del 100% de los votos.
- No es verdad que Venezuela no haya admitido observadores internacionales. De hecho, Venezuela le pidió a las Naciones Unidas y a la Unión Europea de enviar observadores. Las dos se negaron. Hay varios centenares de observador@s internacionales en Venezuela, incluyendo al ex-presidente del Estado Español Zapatero, el cual seguramente no es amigo del gobierno ni del proceso.
Falcón y Bertucci declararon inmediatamente no reconocer el resultado electoral, en continuidad con el comportamiento de la oposición durante todas las últimas elecciones, cuando se rehusó a reconocer los resultados cada vez que perdió. Falcón denunció 900 supuestos casos de irregularidades electorales. La mayoría en referencia a los llamados puntos rojos - toldas montadas por activistas partidarios para movilizar ciudadanos a la participación electoral. La acusación es bastante débil, para no decir absurda ya que el voto es secreto y no hay manera de averiguar para quien hayan votado los electores. Más allá de que los mismos han existido durante las últimas dos décadas de parte del chavismo como de la oposición. Además, según los reportes de observadores, los puntos rojos estaban a mínimo 200 metros de los centros electorales, como lo estípula la ley.
La oposición quedó afectada por los llamados a la abstención de los sectores más radicales. Aunque durante los últimos meses más y más de sus dirigentes se habían sumado a apoyar a Henri Falcón. En las elecciones presidenciales de 2013 la participación había sido del 79,68%. De hecho, en las zonas urbanas populares y en las zonas rurales se formaron largas colas frente a los centros electorales, parecidas a elecciones anteriores, mientras en las zonas de clase media y alta hubo poca afluencia a las urnas.
Pero también hubo una abstención electoral de parte de chavistas desilusionados. Aunque mirando los resultados, hasta con una participación electoral de un 66%, 4 millones de votos más, y que esos cuatro millones hubieran votado por Falcón (lo que no es probable), el ganador habría sido Maduro.
Sin embargo, la inmensa mayoría de los activistas de base que conozco en Venezuela salieron a votar por Maduro, aunque tengan fuertes críticas a la política del gobierno o hasta fuertes conflictos (como por ejemplo la comuna El Maizal).
Quien descalifica el resultado electoral, quien no lo entiende, no entiende a Venezuela. Con todos los errores y desviaciones que el gobierno de Maduro haya hecho y sigue haciendo, la mayoría de las bases ve en la persistencia de este gobierno la única posibilidad de poder seguir peleando y construyendo sus proyectos desde abajo. Sí, debe luchar y pelear con las instituciones, con la burocracia, está desilusionada por la corrupción en muchas instituciones… pero puede pelear y luchar por sus proyectos. Con cualquier otro gobierno formado por las fuerzas opositoras esa posibilidad desaparece.
¿Y ahora qué?
La derecha internacional, EEUU y la UE intensificarán los ataques y las sanciones. Y aunque la victoria electoral de Maduro sea una victoria política importante a nivel nacional como internacional, no solucionará los problemas de Venezuela. Venezuela atraviesa sin duda alguna su peor crisis de las últimas décadas. La inflación es dramática, hay serias dificultades para conseguir medicamentos necesarios, para conseguir comida muchos pobres tienen que hacer largas colas, buscar en lugares diferentes y pagar altos precios a especuladores (a menos que vivan en el este de Caracas, Lechería y otros barrios de clase media-alta donde se encuentra de todo).
Muchos venezolanos y venezolanas salen del país en búsqueda de mejores condiciones. No se puede negar que el gobierno ha cometido graves errores en su política financiera y económica, y también es en parte responsable de la situación que vive el país. Ya no existe un proyecto socialista. La centralidad del petróleo ha reproducido las estructuras burocráticas, centralistas, clientelares y corruptas, como en el pasado. La Venezuela bolivariana no ha logrado evitar ese fenómeno. Además, hay falta de claridad sobre las medidas que el gobierno toma (algo que Chávez siempre logró comunicar muy bien). Hay desconfianza de parte de las bases de que el gobierno sepa como enfrentar la crisis. La corrupción sigue siendo un problema enorme y el autoritarismo ha aumentado. Hay muchas críticas, también abiertas, a las políticas del gobierno de parte de las bases y de dirigentes políticos del PSUV y aún más de otros partidos que apoyan al gobierno. La crisis ha destruido gran parte de los avances sociales logrados. La desigualdad ha aumentado de manera masiva. Hay aperturas al capital internacional preocupantes.
También se da una lucha entre diferentes poderes en Venezuela. Eso ha sido muy evidente en el caso de los campesinos. Durante el último año, y especialmente durante los últimos meses varias ocupaciones de tierra de parte de movimientos campesinos, y también predios adjudicados legalmente a movimientos campesinos han sido atacados y desalojados por policías locales y regionales, cubiertos por instituciones y jueces locales y regionales que colaboran con los latifundistas. El 10 de abril Maduro respondió, por fin, a los reclamos de los movimientos campesinos. Solicitó a la Asamblea Nacional Constituyente abrir una investigación e informar en 15 días de los desalojos que ha vivido el movimiento campesino en los últimos meses. Al mismo tiempo, prohibió los desalojos a los movimientos campesinos, avisando que aquel “… que realice un desalojo le caerá todo el peso de la ley”, y también aprobó la entrega de 44.000 hectáreas a movimientos campesinos.
La construcción del socialismo es un largo proceso desde abajo durante el cual hay que obligar a las instituciones a responder y a estar a la altura del avance de las luchas populares.
No obstante, y en el contexto de la crisis actual - causada por el derrumbe de los precios petroleros, el cerco internacional en contra de Venezuela, los ataques violentos de la oposición, la guerra económica de los empresarios privados, mafias e instituciones financieras, y también los errores del gobierno en materia económica y financiera- sigue vivo un amplio tejido de construcción alternativa popular que no hay que perder de vista, ya que es allí donde nace la nueva Venezuela. Y es esta Venezuela la que hay que defender, porque es esta la Venezuela que quieren destruir, justo porque es fuente de esperanza y de la posibilidad que crear „otro mundo es necesario y posible“.
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